Durante mucho tiempo, en muchos espacios cristianos se pensó que la vida espiritual y la vida emocional eran dos áreas separadas.
Que uno podía estar “bien con Dios”, aunque por dentro estuviera roto, triste o cargado.
Pero tanto la Biblia como la psicología contemporánea muestran algo distinto:
No se puede vivir una vida espiritual plena si el corazón está herido y esas heridas no se trabajan.
La salud emocional y la salud espiritual no se contradicen.
Se sostienen. Se necesitan. Se influyen mutuamente.
1. La Biblia nunca separa las emociones de la espiritualidad
Cuando la Biblia habla del “corazón”, no se refiere solo a sentimientos.
La palabra hebrea usada en Deuteronomio 6:5 es לֵב (lev), que incluye:
- Emociones
- Pensamientos
- Deseos
- Decisiones
- Voluntad
Es decir: la persona completa.
Por eso vemos:
- David llorando y orando a la vez en los Salmos.
- Jesús, el Hijo de Dios, llorando por un amigo (Juan 11:35).
- Elías, después de una gran victoria, cayendo en cansancio profundo (1 Reyes 19), y Dios no lo juzga: Dios lo descansa.
- Pablo, reconociendo ansiedad y luego consuelo (2 Corintios 7:5-6).
La Biblia no esconde la fragilidad humana.
La abraza para transformarla.
Dios no se escandaliza de lo que sentimos.
Dios entra en lo que sentimos.
2. ¿Qué dice la psicología actual?
La psicología confirma lo que la Biblia dijo mucho antes:
las emociones forman parte esencial de la vida espiritual.
Las emociones son mensajeras: nos ayudan a interpretar lo que vivimos, recordar, decidir y relacionarnos.
- La neurocientífica Lisa Feldman Barrett (2017) explica que el cerebro construye las emociones a partir de experiencias pasadas y contexto.
(Paráfrasis de How Emotions Are Made, 2017) - El psiquiatra Bessel van der Kolk (2014) demuestra que el trauma no procesado cambia la manera en que percibimos la seguridad, el amor y la relación con otros — incluyendo con Dios.
(Paráfrasis de The Body Keeps the Score, 2014) - El psicólogo de la religión Kenneth Pargament (2011) enseña que la espiritualidad es una fuente de resiliencia solo cuando las emociones son reconocidas y trabajadas, no negadas ni reprimidas.
(Paráfrasis de Spiritually Integrated Psychotherapy, 2011)
Sanar emocionalmente no debilita la fe. La hace más profunda y real.
La ciencia describe este proceso como integración mente-cuerpo-relación.
La Biblia lo ha llamado siempre: corazón.
3. ¿Qué significa esto en la vida diaria?
Es posible amar a Dios y al mismo tiempo estar herido.
Sí.
Pero si esa herida no se atiende, con el tiempo:
- Se vuelve difícil orar con libertad.
- Las relaciones se cargan de tensión.
- La adoración pierde vida y se vuelve rutina.
- La fe se siente pesada en lugar de viva.
Por eso Jesús dijo:
“He venido a sanar a los quebrantados de corazón.”
(Lucas 4:18)
No dijo solo:
- “He venido a enseñar.”
- Ni “He venido a perdonar.”
Dijo:
He venido a sanar.
4. Conclusión
La vida espiritual no es un escape del dolor.
Es el camino donde el dolor es transformado por la gracia.
- Primero, Cristo sana el corazón.
- Después, la adoración fluye con libertad.
- Entonces, la fe se vuelve fuerte, honesta y profunda.
La verdadera sanidad espiritual comienza cuando dejamos de huir de lo que sentimos y aprendemos a presentarlo delante de Dios.
Referencias
Barrett, L. F. (2017). How Emotions Are Made: The Secret Life of the Brain. Houghton Mifflin Harcourt.
van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Viking Press.
Pargament, K. I. (2011). Spiritually Integrated Psychotherapy: Understanding and Addressing the Sacred. Guilford Press.